Cualquiera que visite el centro histórico de Tarija quedará sorprendido por su clima templado y su atmósfera tranquila. De hecho, los paseos por las calles empedradas son una delicia, y una gran oportunidad para descubrir tesoros invaluables, como la Casa Dorada y el Castillo Azul. Nada mejor que detenerse en el Mercado Central para degustar ►
Cualquiera que visite el centro histórico de Tarija quedará sorprendido por su clima templado y su atmósfera tranquila. De hecho, los paseos por las calles empedradas son una delicia, y una gran oportunidad para descubrir tesoros invaluables, como la Casa Dorada y el Castillo Azul. Nada mejor que detenerse en el Mercado Central para degustar un plato típico boliviano. Tras esta breve parada, los viajeros pueden recorrer la Capilla de las Lomas de San Juan y la Iglesia de San Roque. En ambos casos, la arquitectura es espléndida, salvo por el color de la fachada. La iglesia de San Roque está pintada de azul y blanco, mientras que la capilla es de un blanco deslumbrante.
Para los amantes de la naturaleza, la Laguna Tajzara, enclavada en el corazón de la Cordillera de Sama, es un destino cautivador. Esta zona, a menudo descrita como un santuario de tranquilidad, abarca más de 10,000 hectáreas y alberga una diversa gama de aves acuáticas. La laguna es refugio de tres especies de flamencos rosados y varios mamíferos, como el venado andino, la llama, el zorro y el puma. Los aventureros incluso pueden descubrir ruinas incas y preincas más lejos.
Es imposible ir a Tarija sin explorar la Ruta del Vino Boliviano. Sin embargo, la producción de vino no se realiza dentro de la ciudad, sino en sus alrededores. Además, el Valle de Santa Ana, a unos treinta kilómetros al sureste de la ciudad, es una buena manera de aprender sobre el cultivo de diversas variedades de uva. Un poco más adelante, hay otros viñedos en la ruta del vino y, por supuesto, hay catas programadas. ◄